miércoles, 19 de octubre de 2016

(9) Extractos VIII - La impotencia de atender llamados y nada más

Trabajo cargando solicitudes de personas que quieren acceder a la tarifa social. Son 6 horas que no paro de escuchar voces y voces con diferentes ánimos e historias. No sólo realizan la gestión, sino que muchos me cuentan su historia de vida, sus deudas, sus pérdidas, sus necesidades, creyendo de esa manera que puedo ayudarles a que no les venga $1300 o más de factura. Otros no realizan su monólogo con intenciones de generar lástima o empatía, lo hacen porque realmente necesitan ser escuchados. Me llaman jubilados que se encuentran solos en su casa, que su compañía es un gato/perro o ni siquiera eso. Los escucho ir a buscar la boleta de luz con dificultad, con los pies arrastrando, con la voz agitada... Escuché llantos, escuché puteadas, indignación y hasta risas de conformidad y/o aceptación ante la mala situación que están atravesando.
No, no trabajo cargando solicitudes de personas. Trabajo sin parar de escuchar los momentos de mierda que pasan personas que ni conozco, que nunca voy a conocer, que no sé en qué va a deparar su destino, su economía; trabajo sin saber si a esa abuelita sola le van a cortar la luz la semana que viene porque no pudo pagar la factura de luz, porque le vino $550 y no llega porque tiene que pagar los demás impuestos, además de los 7 remedios diarios (de los cuales 3 se los quitó Pami), y con su jubilación mínima no puede afrontar los gastos.
Salgo con la cabeza quemada, a veces enojada por gente que me putea, me boludea y/o me forrea, pero generalmente me invade la sensación de vacío, de no poder hacer más, de no poder ayudar, de ver como hay tantas problemáticas, tanta gente sola, triste, deprimida, desbordada de problemas y yo acá, cobrando lo equivalente a una jubilación mínima ,y me encantaría poder cambiar el mundo y no, eso no creo que se vaya a poder. Primero porque no tengo los recursos, no tengo la capacidad ni las herramientas, no puedo llegar a fin de mes entonces menos ayudar a gente que está sobrepasada de deudas, enfermedades y sobretodo tristezas.
Qué impotencia saber que hay tanta gente mala con impunidad para hacer y deshacer, y en paralelo hay tanta gente buena siendo tan infeliz.
Hoy tuve un llamado de 26 minutos de plena catarsis de un hombre deprimido que se me puso a llorar, contándome que realmente no puede más, que siente que va a morir por todo lo que tiene que pagar, por como le costó trabajar toda su vida rozando la gloria y hoy se dio cuenta que si tan solo hubiera ahorrado un poco, no estaría embargado, con juicios y deudas en AFIP y demás. No juzgo sus acciones, no me importa "si habrá hecho algo", lo veo desde otra perspectiva. Mientras yo estoy tomando té y haciendo catarsis en Facebook desde mi notebook, hay personas que deben estar en plena oscuridad de su casa, tirados en el piso llorando. Sufriendo más que el frío.
Y no puedo hacer nada.

03 de junio de 2016, extraído de mi Facebook personal.

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